En la actualidad, lograr un balance entre las exigencias laborales y las responsabilidades familiares se ha transformado en un desafío cotidiano para millones de personas. En los tiempos actuales, con jornadas maratonianas, metas desmesuradas y la siempre presente conectividad que propician las nuevas tecnologías, conspiran contra ese necesario equilibrio.
Son múltiples los factores que inciden en esta compleja ecuación. Por una parte, los roles tradicionales de género se han ido desdibujando. Hoy hombres y mujeres comparten por igual la responsabilidad de proveer económicamente en el hogar, así como también las tareas domésticas y el cuidado de los hijos. Esto, sin duda, representa un avance en términos de equidad, pero a su vez constituye una fuente extra de estrés y agotamiento.
Por otra parte, la composición familiar también ha experimentado cambios profundos. Ya no existe un único modelo válido de familia y las nuevas conformaciones, ya sea por decisión o por necesidad, traen consigo desafíos particulares a la hora de compatibilizar vida personal y laboral. Asimismo, el progresivo envejecimiento de la población presenta el reto adicional del cuidado de adultos mayores dependientes.
En este contexto, las organizaciones tienen un rol fundamental que jugar para facilitar una mejor conciliación entre sus colaboradores. Lamentablemente, la realidad indica que este apoyo dista mucho aún de ser una prioridad para la mayoría de las empresas. Solo un puñado de compañías pioneras se han abocado seriamente al desarrollo e implementación de políticas y prácticas destinadas a mejorar la calidad de vida de sus empleados y sus familias.
Algunas de las medidas más valoradas por los trabajadores son la flexibilidad laboral, los horarios comprimidos, el teletrabajo, las licencias extendidas por maternidad/paternidad y el derecho a la desconexión digital fuera del horario de trabajo. Cuando los líderes organizacionales legitiman el uso de estas iniciativas y construyen entornos laborales que no penalizan su adopción, los resultados positivos no se hacen esperar: mayor compromiso, mejor clima interno, aumento de productividad.
Por el contrario, en muchos casos aún persisten falsos preconceptos asociados al uso de beneficios orientados al balance trabajo-familia. Se sigue pensando que quienes acceden a modalidades de trabajo flexibles o a permisos parentales extendidos están menos comprometidos o son menos productivos. Nada más lejano de la realidad. El camino por recorrer parece largo todavía para derribar viejos paradigmas arraigados en la cultura de las organizaciones.
De cara al futuro, urge replantear el modelo laboral predominante y evolucionar hacia fórmulas que sitúen a las personas en el centro. Esta transformación pasa por comprender que el principal activo de toda empresa son sus propios colaboradores, con sus circunstancias y necesidades particulares. Solo en la medida que logremos armonizar los requerimientos del mundo corporativo y familiar estaremos construyendo organizaciones realmente sustentables, capaces de florecer socialmente y de atraer y retener el mejor talento. Ese es el principal desafío.
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La Fábrica Commercial Hub, Of 206. Ruta 225 Km 1,5. Pto Varas
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