Claves para un liderazgo conectado con las emociones de las personas – HumanNet

Claves para un liderazgo conectado con las emociones de las personas

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El entorno laboral actual se caracteriza por una vertiginosa transformación impulsada por la tecnología, la globalización y otros factores que generan incertidumbre. En este contexto, el rol del líder se vuelve más desafiante pero a la vez presenta nuevas oportunidades. ¿Cómo pueden los líderes de hoy adaptarse y potenciar sus habilidades para guiar exitosamente a sus organizaciones? 

Muchos paradigmas que imperaron por años en el mundo del liderazgo hoy muestran sus grietas. La creencia de que el líder debe imponerse con dureza y no mostrar “debilidades” choca con una realidad que demanda más apertura, flexibilidad y humanidad. El exceso de análisis paraliza la toma de decisiones. La soberbia niega valiosos aportes.

En este episodio reflexionamos sobre cuestionar esas antiguas creencias, derribarlas cuando sea necesario e instaurar nuevos marcos mentales, más expansivos y alineados con el contexto actual. Por ejemplo, incorporar la noción de que no existe una única “verdad”, sino diversos puntos de vista igualmente válidos. O que el error no debe verse como fracaso, sino como una oportunidad de aprendizaje.

Pasar de la discusión al diálogo

Otro cambio crucial es abandonar la discusión, con su lógica de ganar-perder, para abrazar el diálogo y su premisa de ganar-ganar. En lugar de buscar argumentos para invalidar ideas contrarias, el diálogo implica un intercambio auténtico de perspectivas, por apasionado que sea.

Esta actitud dialogante genera confianza, cercanía y un clima laboral más armónico. Además, permite incorporar valiosos aportes que de otro modo se perderían. En un entorno tan cambiante e incierto, escuchar activamente ideas diversas se vuelve indispensable.

Periodos de crisis como la pandemia suelen agudizar el desconcierto y la ansiedad en las organizaciones. En estos contextos, el líder tiene la responsabilidad de entregar orientación e infundir esperanza. Debe conectarse profundamente con las necesidades y emociones de sus colaboradores.

Más que nunca, se requiere un liderazgo cercano, empático, inspirador. Que otorgue sentido y trascienda lo meramente transaccional. Que ayude a potenciar lo mejor de cada persona.

Del perfeccionismo a la excelencia

Otro cambio de paradigma importante consiste en abandonar la ilusión del perfeccionismo. Pretender la perfección absoluta es fuente de frustración y parálisis. La excelencia, en cambio, significa desplegar siempre el máximo esfuerzo en cada acción, con los recursos disponibles, sin obsesionarse en exceso con el resultado.

La excelencia es una actitud de superación y mejora continua. No se mide por los logros puntuales, sino por dar lo mejor de sí en cada momento, con todos los talentos y capacidades. Errores y tropiezos son parte inevitable del camino. De ellos se aprende.

El ritmo de cambio en el mundo actual plantea enormes desafíos a los líderes y sus organizaciones. Las recetas del pasado ya no sirven. Se requiere una reinvención y una expansión de paradigmas hacia marcos más integrales. Esto demanda humildad para cuestionar verdades absolutas, apertura para incorporar diversas miradas, empatía para conectar con las personas, resiliencia para atravesar la incertidumbre y excelencia para desplegar siempre lo mejor de sí.

Así, el líder podrá convertirse en un catalizador de desarrollo para sus colaboradores y en un orientador relevante en medio de la complejidad. Si abraza su propia transformación con valentía y coherencia, estará mejor equipado para inspirar la transformación de su entorno.

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